Como se encargan de aclarar sus cultores, el Ninjutsu es mucho más que un arte marcial. Su práctica implica también un constante desafío a los límites.
Aquellos exploradores que buscan siempre vivir experiencias nuevas dentro de las artes marciales, ahora se pueden encontrar con el Ninjutsu. Su nombre significa “El arte de la supervivencia” y su origen, como no podía ser de otro modo, es japonés.
En la Argentina hay más de 200 mil alumnos de artes marciales, pero no muchos practican este sistema de combate mixto que recopila técnicas de espionaje, confusión y combate. El arte de los Ninjas.
Hay una razón, dicen los que saben, por la que nunca fue un arte masivo: perdería su esencia si se volviese demasiado popular. Es una arte personal que, aseguran sus maestros, no hace más que poner frente al espejo a quien lo practica. No tiene la faceta deportiva de otras variantes más populares como el Taekwondo o el Judo.
Aquí se trata más de luchar contra uno mismo.
En la Argentina hay cerca de 500 aficionados al Ninjutsu. El 90% accede luego de haber probado otras artes marciales. El Ninjutsu enseña la formación y el manejo natural del cuerpo (acondicionamiento físico, amortiguación de golpes y de caídas, formas de desplazamiento) y técnicas de combate cuerpo a cuerpo. Cuenta con gran variedad de armas por tratarse de un arte muy añejo. Se practica la destreza de espadas, los cuchillos y objetos metálicos ideales para lanzar —como las famosas
y filosas estrellas metálicas—. También cerbatanas, cuchillos, garrotes, manoplas con púas de metal y demás armas del arsenal.Mucho se ha dicho del guerrero supremo, el Ninja, casi invisible en la oscuridad, difícil de cazar y con gran rapidez en sus movimientos. Ninjas se denominaban aquellos viejos “agentes” de la elite de Japón, los cuales —se creía— eran asesinos a sueldo, aunque en realidad se trataba de personas que intentaban proteger sus tierras del avance del régimen feudal. Durante los tiempos de la guerra civil en Japón, los ninjas solían organizarse en clanes y ofrecer sus servicios a los señores feudales.
Hoy las fuerzas especiales de muchos países practican estas técnicas. Son ninjas modernos en acción. Además del entrenamiento exhaustivo y, por supuesto, el manejo de las más diversas armas, en la actualidad se adaptan los mismos conceptos de moralidad y de disciplina que antaño. Guillermo Daniel Iglesia Giuliano tiene la máxima graduación que se puede lograr en el arte —cinco grados honorífico—.
Fue el primer sudamericano en viajar a Japón a estudiar este arte milenario. “El Ninja moderno es una persona que sigue sus principios. Una persona con absoluta autodisciplina y un importante sentido de justicia”. Respecto a esto último, aclara: “Tampoco vamos con un capa persiguiendo villanos”. Todo esto es un sistema de educación, como lo explica su lema: “Obtener lo mejor de la vida, ser feliz es el objetivo último del Ninja”. Se realizan actividades al aire libre, llamados “Los campamentos Ninja”. Son seminarios para mostrar cómo eran los orígenes de esta actividad. “Hoy no te vas a trepar a un árbol para una emboscada. Pero el arte se expresa mejor al aire libre”, dice el maestro Guillermo.
“Hoy enseñamos a sobrevivir en el medio ambiente actual”. Su clásico traje (Gi) negro —que cubre el rostro y solo deja los ojos al descubierto— y el calzado sencillo de suela antideslizante (para dar pasos sigilosos) son objeto de adoración por parte de los alumnos de Ninjutsu.
Introducirse en esta vestimenta es entrar en un mundo aparte —casi fantástico— para lograr la concentración necesaria para desarrollar la actividad. En la historia del Ninja siempre estuvo presente la mujer, ya que muchas veces ellas son capaces de llegar a donde muchos hombres no pueden acceder. La actividad es fuerte, muy física y muchas veces se practica lucha cuerpo a cuerpo.
Muchas chicas que reniegan de la actividad física encuentran aquí un divertimento con ejercicios intensos. Aunque son las menos, hacen sentir su pasión por la filosofía
Ninjutsu. Se compenetran igual o más que los hombres.
El arte ninja trata no solamente de la protección del cuerpo, sino también de la mente y del espíritu.
Los cultores explican que quien no se lo toma en serio es expulsado o derivado a otro arte marcial, ya que la idea es que lo que se aprende se aplique y no ser un coleccionista de información. La gente que hace Ninjutsu realmente debe interesarse por el arte y le tiene que servir para algo en su vida.
Para los estudiantes de Ninjutsu es una disciplina de vida.
Fuente: Diario Crítica / Revista C