Es hermoso ir a entrenar cuando tenemos ganas. Esos días en los que nos sentimos bien, estamos receptivos, nuestra mente quiere y nuestro cuerpo puede. Días en los que nos resulta muy claro qué estamos yendo a buscar al Dojo.
Pero los días más importantes son los otros. Cuando dormiste horrible, tenés el cuello duro por un mal movimiento, te duele la rodilla de solo caminar, tenés un millón de cosas que hacer, tenés planes con tu familia o amigos, te pasa una o todas y empieza la cabeza a jugar en contra. “Si total vas siempre”. “Por una vez”. “Y para ir así, mejor no ir”. “Mejor me quedo así me recupero”.
Falso, la “fiaca” disfrazada de razonamiento es un enemigo peligroso. Cada vez que esa vocecita empiece a sonar en tu cabeza, recordá que:
1. En Bujinkan no entrenamos para ganar torneos o demostrarle algo a los demás. Preparamos el cuerpo para estar listo ante cualquier situación, principalmente en desventaja. Tenemos que poder pelear enfermos, con dos horas de sueño, con un hueso roto o con el corazón roto, en combate no hay excusas. Las situaciones de peligro suelen aparecer en los momentos más inoportunos.
2. Los ninjas son maestros de la plasticidad. No nos enamoramos de una técnica, no esperamos a que funcione siempre el mismo lance, no entrenamos solamente del lado que nos queda cómodo. El Ninjutsu se basa en “adaptarse a todo y no tomar la forma de nada“, esto es también hacer la técnica con una sola mano o sin doblar la rodilla o sin involucrar la cadera o lo que haga falta.
3. Entrenamos el control del cuerpo y el control de la mente. Y lo hacemos para usarlos a voluntad, para no ser arrastrados de acá para allá por los miedos, la fiaca, la bronca, lo cómodo, etc. Ir a entrenar sin ganas es tomar los riendas. Es ganar una batalla importantísima que hace que sean más fáciles las batallas por venir.
Sin embargo, hay días en los que realmente tenemos que frenar. El cuerpo necesita reponerse y hacer actividad física es un riesgo innecesario o dificulta la curación.
¿Faltamos entonces? No: Participamos mirando la clase , tomando apuntes, observando en tercera persona lo que no tuvimos tiempo de percibir. Es una oportunidad perfecta para ver una técnica muchas veces con distintos toris (persona que realiza la técnica) y distintos ukes (persona que recibe la técnica). ¿Dónde está el desbalance? ¿Cómo se mueven los pies? ¿Por qué no sale cuando no sale?
¿Y las millones de cosas que tenías que hacer? Las vas a hacer mejor cuando llegues de la clase, dos horas más tarde pero con la energía renovada y sabiéndote capaz de muchas cosas. Quizás descubras que eso que “no podía esperar”, esperó y no pasó nada, el mundo sigue girando.
No te justifiques. Andá a entrenar.